martes, 19 de junio de 2012

20° Día del Sagrado Corazón


                                              

DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
                    Santa Margarita María de Alacoque          
Promesas en general 

            Son muchos los pasajes en que las promesas, a pesar de no contener ninguna gracia en particular, son, no obstante, muy hermosas, por la idea de abundancia y profusión que respiran. 

            «Confieso a V. que me siento incapaz de expresarme acerca de lo que Él me da a conocer referente a las gracias y profusión de bienes, que desea derramar sobre nuestro Instituto, al cual quiere hacer objeto de sus complacencias. Mas ¡ay!, ¿no habrá ninguna Comunidad que no tenga sino frialdad para con Él, y en cuyos corazones encuentre dificultad para entrar?». 
            Se me ha mostrado un tesoro de gracias y de santificación para la Comunidad de V., a causa del gran placer que Nuestro Señor recibe con el honor que en ella se tributa a su Sagrado Corazón. Pero creo que, de hablar a V. con franqueza, las gracias que le promete no consisten en la abundancia de las cosas temporales, porque dice que ellas son ordinariamente las que nos empobrecen de su gracia y de su amor. De esto último es de lo que desea enriquecer vuestras almas y vuestros corazones». 
            Conviene tener en cuenta la observación precedente. Lo que el Corazón de Jesús quiere dar a las Comunidades no es abundancia de los bienes de este mundo, que de suyo son muy aptos para desportillar el espíritu de pobreza, que es una de las bases del estado religioso. A las riquezas del cielo es adonde apuntan sus promesas; de los bienes de la tierra dará según vaya conviniendo, aunque también en esta materia se notará la mano previsora de su providencia amorosa. En las riquezas espirituales las promesas no tienen semejantes restricciones. 
            «¡Si pudiéramos comprender - escribe la Santa al P. Croiset - las grandes ventajas de gracias y bendiciones que ello - la devoción al Corazón de Jesús - procurará a estas dos Congregaciones, con cuánto ardor trabajaríamos en eso, si conociéramos los frutos de este tesoro!». 
            «En fin, por este medio es por donde Él quiere derramar sobre la Orden de la Visitación y sobre la Compañía de Jesús la abundancia de estos divinos tesoros de gracia y de salud, con tal que le tributen lo que de ellos espera, o sea: un homenaje de amor, de honor y de alabanza y que trabajen con todas sus fuerzas por el establecimiento de su reino en los corazones». 
            Conviene que reparen las Congregaciones religiosas en las condiciones que se piden en estas postreras líneas; para el cumplimiento completo de las promesas. 
            De lo dicho se desprende lo que pueden esperar los Institutos religiosos de esta soberana devoción, el día en que la abracen de lleno, como, gracias al Señor, lo van haciendo. 
            Y es cosa maravillosa que siendo ella siempre una, se acomode tan perfectamente a toda clase de Órdenes, a pesar de las diversidades de espíritu; es a manera de un sol divino y vivificante que nutre y vigoriza todo linaje de flores, haciendo adquirir a cada una las formas, los matices y el perfume propios de su peculiar especie. 
            Por eso se advertirá que apenas hay Instituto religioso que en el curso de su historia no haya tenido algunos grandes amigos del Corazón de Jesús. El gran San Agustín, que por ser uno de los precursores de Santa Gertrudis, con razón ocupó un lugar muy preferente en el monumento del Cerro de los Ángeles, es gloria de la Orden Agustiniana; el enamorado San Bernardo de la Orden Cisterciense; San Buenaventura de la Orden Franciscana; Santa Gertrudis y Santa Matilde, de la Orden de San Bernardo; Santa Catalina de Sena, de la Orden Dominicana; Lanspergio, de la Cartuja; Santa María Magdalena de Pazzis, de la Orden Carmelitana. 
            Esto enumerando solamente las figuras más conocidas de todos; porque en pos de cada una puede cada Orden presentar una legión de otras muchas que han brillado en cada siglo. De los Institutos religiosos de formación más moderna no hay que hablar, pues de seguro no hay ninguno que no tenga grandes modelos de amantes del Corazón de Jesús. 

(Continúa)
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Comenzamos esta meditación haciendo un acto de contrición por nuestras faltas:
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús,que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
 MEDITACIÓN CORRESPONDIENTE AL DÍA
DÍA 20 
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, 
POR EL CLERO Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

I
Si el Papa es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, el Clero y las Ordenes religiosas son sus brazos. De ellos se sirve para obrar el bien y promover el servicio de Dios: por esto los sacerdotes y religiosos son tan aborrecidos de la impiedad, que a toda hora anda ella procurando o bien destruirlos o bien corromperlos. Dediquemos, pues, hermanos este día de hoy a rogar por tan importante necesidad.
   Pidamos al Sagrado Corazón que encienda y abrase en celo y caridad el alma de sus sacerdotes y religiosos y religiosas, para que por su medio gane cada día terreno el Reino de Dios sobre la tierra, y se conquisten nuevas almas para la gloria celestial. Que sea perfecta en ellos la observancia de las leyes eclesiásticas; que brillen en el pueblo por la pureza de las costumbres; por el desinterés; la obediencia; la humildad y el espíritu de sacrificio.
   ¡Oh Corazón de Jesús! ¡Mira cómo está el mundo, y la necesidad que hay de que trabajen buenos obreros en él! ¡Oh Padre de familias, manda buenos trabajadores a tu Viña. Hazlo, Corazón Divino, por tu gloria y por la salvación de tantas almas que has confiado a la dirección de tus ministros. 
   Te lo suplicamos muy especialmente, Sagrado Corazón, en este día de tu devoto Mes.
   Medítese unos minutos.
II
   Como sean los sacerdotes y las Casas religiosas, tales serán los seglares que viven a su alrededor. ¡Ay del pueblo donde reina hasta en los ministros del santuario, el desorden o siquiera la negligencia! ¡Cuánto debe interesarnos ante el Sagrado Corazón esta necesidad!
   ¡Oh Corazón Divino! Da celosos pastores a tus ovejas, ardientes anunciadores a tu palabra, fieles dispensadores a tus Sacramentos. Aviva en las almas que en los Institutos religiosos has escogido como especial porción tuya, y que más estrechamente te están ligados por medio de los votos. Dales el espíritu de oración, la vida mortificada, el reconocimiento interior, la ejemplar observancia.
   ¡Señor! Tú has dicho: “Un poco de levadura hace fermentar toda la masa”. Y ¿quiénes son la levadura de tu pueblo, sino estas almas que Tú has escogido de la masa común de él? Envía santos religiosos, ¡Señor! envía almas de superior perfección, y se transformará el mundo. 


   Medítese, y pídase la gracia particular.



ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
   ¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy fragil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
   Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.

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