martes, 24 de julio de 2012

Mensaje Mariano



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Mensaje mariano
El mundo se está condenando. 
14-7-86                                                                                                         918 
¡Cómo deseo Yo que todos mis hijos busquen la misericordia de Dios!  El mundo se está condenando, la Verdad llega y no es escuchada; hay una gran confusión en las almas.
Esta Madre quiere que sus hijos estén inconmovibles en la fe y amando cada día más la Palabra de Dios.
Hija, mis mensajes golpean pero enseñan. Amén, amén. 
(María del Rosario de San Nicolás, Argentina) 
Comentario: 
Palabras duras de María, pero que reflejan la realidad, pues el mundo entero, engañado por el Maligno, va por el camino de la condenación, y todo lo que se hace por salvarlo parecería que fuera inútil, y las llamadas de lo alto son sofocadas incluso por aquellos que tienen el deber de discernirlas y promoverlas y propagarlas. Y cuando la verdad logra abrirse camino, suele caer en un caos de información en que está inmerso el mundo y no logra sus frutos.
Por eso no sólo hay que predicar e invitar a la conversión, sino que además hay que hacer penitencia, ofrecer sacrificios y sufrimientos, porque sólo con el dolor se puede influir en las almas, haciendo que se abran a la Palabra de Dios y la comprendan, porque de lo contrario será como predicar en el desierto. ¿No son estos los medios que utilizó Nuestro Señor para arrebatar almas al demonio? Efectivamente Jesús se preparó a su misión con oración y penitencia, y luego toda su vida pública hizo oración y penitencia, porque Él sabía muy bien que las palabras no entran en algunos corazones cerrados, que sólo abren los sacrificios.
En este mundo de hoy hay un ruido ensordecedor de voces que no dejan oír a Dios, porque además Dios habla en el silencio, y en esta sociedad hay cada vez menos silencio. Y aunque haya silencio exterior, muchas veces nos falta el silencio interior, acallar las palabras y pensamientos interiores para escuchar a Dios.
Recemos mucho y hagamos pequeños sacrificios, y también evangelicemos, que no todo está perdido y la victoria será nuestra y de María y su Hijo.

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