martes, 27 de marzo de 2012

Carta a un hermano Sacerdote - (21)



21
Compasión
Fiesta de San Patricio 17 de Marzo de 1994
Querido padre Tomás:
¡Feliz día de San Patricio! El es, sin duda, el santo patrono de Irlanda. Irlanda es el país más glorioso de todos por los grandes misioneros irlandeses que han evangelizado al mundo. Desde ese pequeño lugar, mira el impacto tan grande que han tenido en la difusión de la fe de la Iglesia.
Indirectamente, fue un irlandés el que trajo la adoración perpetua a las Filipinas. Hace nueve años, el Cardenal Sin fue invitado al Congreso Eucarístico Internacional en Kenya para ser el principal celebrante y predicador en una misa en honor a Edell Quinn. Ella fue una gran misionera laica que organizó la Legión de María en el África. La misa fue celebrada sobre su tumba. Un grupo de mujeres participantes del Congreso querían que el padre Martín también asistiera. Él, por el con­trario, quería tomarse una "siesta" porque acababa de asistir a la misa del Santo Padre que había durado tres horas bajo el ardiente sol africano. Ellas insistieron y prácticamente lo arrastraron a una larga excursión hasta el lugar de la tumba. El padre Martín accedió porque sabía del gran amor que Edell Quinn tuvo por la Eucaristía.
Pero cuando llegaron, él se sentía tan cansado que lo único que quería era escaparse de las garras de estas mujeres y vol­ver al hotel a descansar. Él pensó que se revestiría, avanzaría hacia el altar, y pasando inadvertido entre tantos sacerdotes, se saldría y regresaría al hotel.
Sin embargo, cuando el cardenal Sin empezó a hablar, el padre Martín se conmovió tanto por su homilía que decidió quedarse. Después de la misa se vio con el cardenal Sin quien lo invitó a las Filipinas para que difundiera la adoración perpetua, y es así que hoy en día hay más de 500 capillas en nuestro país.
El cardenal empezó su homilía diciendo que cuando era pequeño, su madre entraba a su cuarto antes de que se dur­miera y le daba el beso de las buenas noches. Después del beso, se inclinaba y le susurraba a su oído: "Jaime, te quiero más que a todos los demás". El cardenal era uno de sus once hijos. Todas las noches su madre hacía lo mismo hasta que una noche él le preguntó: "Madre, ¿por qué me quieres a mi más que a todos los demás?" Su respuesta fue: "Porque de todos mis hijos tú eres el más feíto".
Esto nos parece gracioso, pero también nos habla del amor compasivo de Jesús en el Santísimo Sacramento. Esta compa­sión nos la demuestra un misionero irlandés que trabajaba en África, como capellán de una prisión para hombres. Un día recibió una orden de regresar a Irlanda, y yo estaba con él durante su última visita a los reclusos, que según la sociedad, son los hombres más miserables.
Concluida la visita a la prisión, juntos subimos al auto para volver a la parroquia. Puso la llave en el arranque, apoyó su cabeza sobre el volante y empezó a llorar al pensar que jamás volvería a ver a esos hombres.
Me pareció ver en él la imagen de Cristo. Jesús tampoco podía dejarnos, por eso instituyó el Santísimo Sacramento para quedarse con nosotros hasta el fin de los tiempos. Cuanto más feos y más despreciables somos, Su Corazón se muestra más tierno y compasivo hacia nosotros. Cuanto más malos nos sentimos, mayor es la alegría que le causamos al humi­llarnos y al visitarlo en el Santísimo Sacramento. Él, que fue herido, nos cura, pues ha venido no para los que están sanos sino para los enfermos.
Una bebé enferma en California impulsó a sus padres a invitar al padre Martín a establecer la adoración perpetua en su parroquia. Ed y Sybella Alexander no podían separarse del lado de su recién nacida Catalina. Nacida prematuramente, era tan pequeña que los médicos dijeron que no podría sobrevivir.
Por ser tan chiquita, tan enferma e indefensa, sus corazones sufrían por Catalina. Entonces pensaron que así debía sentirse Jesús en el Santísimo Sacramento por cada uno de nosotros. Si ellos sentían una compasión indescriptible por Catalina, cuánta mayor debe ser la compasión de Jesús en el Santísimo Sacramento por nuestra fragilidad y pecado.
Mediante la adoración perpetua, Él dispensa Su amor sana­dor y el párroco de Ed y Sybella en San Vicente, Mission Hills, invitó al padre Martín a Irlanda. Por medio de la comunidad de sacerdotes Jesu Caritas, la adoración perpetua se ha difun­dido por toda Irlanda, empezando por la Catedral de St. Mel en Longford. El obispo Leopoldo Tumulok es un sacerdote Jesu Caritas y ha ayudado y estimulado la adoración perpetua.
El padre Martín dice que los sacerdotes irlandeses en Amé­rica han hecho posible el apostolado. Más de cien sacerdotes irlandeses han establecido la adoración perpetua en sus pa­rroquias de los Estados Unidos.
Los irlandeses prefieren la muerte antes que renegar de su fe. Esta profunda fe se caracteriza por el amor a la Sagrada Eucaristía y a la Santísima Virgen. Durante el tiempo de la persecución tenían misas "rock" en el bosque. Si los británicos los llegaban a encontrar los mataban. El amor a la Sagrada Eucaristía todavía inflama la fe de los irlandeses.
De ahí que no es de extrañarse que Nuestra Señora eligió Irlanda para el mensaje más Eucarístico de todos. Nada se dijo. Ella permaneció en silencio y se apareció con un cordero. Tiempo apocalíptico, tiempo para la Santísima Madre y el Santísimo Sacramento. Ella es Nuestra Señora de Knock.
Fraternalmente tuyo,
en Su Amor Eucarístico,
Mons. Pepe

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