domingo, 11 de marzo de 2012

Via Crucis Meditado ( 6°- 7° - 8° - 9° Estación)


Al caminar de estación a estación digamos o cantemos:

                             Perdón oh Dios mío

Perdón y Clemencia
Perdón e Indulgencia
Perdón y Piedad.

Pequé y mi alma
Su culpa confiesa
Mil veces me pesa
De tanta maldad.

Perdón oh Dio mío...








SEXTA ESTACION
“La Verónica con un paño limpia el rostro de Jesús”
         Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.

Esta mujer piadosa y valerosa, se acerca al Señor y le limpia su manchado rostro de sangre, sudor, lágrimas y polvo que nublaban su vista y le impedía ver su camino.   Todos los días, podemos limpiar el rostro martirizado de Jesús en nuestro prójimo.
Verónica demostró su amor a Jesús en una forma esplendorosa, pero también nosotros podemos demostrar éste amor cien veces al día, si lo deseamos.   Amamos lo espectacular, amamos lo excepcional, pero nos falta amor.   ¿Porqué  Verónica hizo ese gesto tan valeroso cuando los apóstoles huían?; es porque ella amaba y el amor tiene alas.   Pidamos ésta gran gracia de amor a Dios y que Jesús por Su santa Pasión, abrase nuestro corazón con Su amor, ese amor que nos hará bien y ser prestos a todo por Dios y para Dios.
Todos los días podemos proclamar nuestra adhesión a Jesús, siendo fieles a Su Evangelio.   











SÉPTIMA ESTACION
“Jesús cae por segunda vez”
         Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.




Somos los grandes culpables de la Pasión de Jesús y nos gustaría aparentar, ser los inocentes.   ¿Olvidamos que por una nada, estamos a menudos dispuestos a poner a Jesús en tortura?    Lo ponemos en la balanza por un vil placer, una pequeña satisfacción.   Olvidamos que, somos nosotros como los verdugos que por nuestros pecados, dimos poder a Satanás de asesinar a Jesús.    Ponemos a Dios por un camino y en otro camino a las cosas vulgares y a veces escandalosas, y preferimos irnos por éste último y cerrar nuestro corazón a la Verdad, a la verdadera vida.    Perdón Señor, perdón por nuestra ceguera espiritual.    Os pedimos la gracia de hacernos comprender la malicia de nuestras faltas, la gravedad de todas nuestras desobediencias a Vuestros Mandamientos, a Vuestra Voluntad.
Hacednos comprender Oh Jesús, la malicia de nuestros actos y concédenos la gracia de la conversión y Vuestro perdón por los méritos de tus Santas llagas. 





                                                

OCTAVA ESTACION
“En su camino Jesús encuentra a hijas de Jerusalén y las consuela”
         Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.


“Mujeres de Jerusalén no lloréis por mí, llorad mas bien por vosotras mismas y por vuestros hijos” dijo el Señor a las plañideras.   La verdadera tristeza es el pecado, no es la Pasión en sí misma; porque todos los males del mundo, vinieron por el pecado.   Tenemos nosotros los pobres humanos, que admitir ésta culpabilidad y golpearnos el pecho, porque el Señor ha sufrido por causa de nuestros pecados y por los del mundo entero.
La mayor tristeza, es que el hombre en general, no quiere seguir el camino señalado por Dios en su Mandamientos y en su Evangelio.   El hombre ha deformado éste camino que lleva al Cielo, y todas las desgracias siguen en la tierra: guerras, injusticias, sufrimientos de todas clases proliferan, porque han cerrado su corazón a Dios y se dejan guiar por sus instintos materiales; tenemos un corazón de piedra.
Jesús nos ha dicho a todos:”Abran su corazón, no su mente”.   Pidamos a Dios, un corazón de carne.





                                             

NOVENA ESTACION
“Jesús cae por tercera vez”
         Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.


 “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.   El Hijo de Dios vivo, tomó nuestra 
humanidad, nuestras debilidades, y las cargó en su Cruz hacia su Crucifixión y Muerte ignominiosa.   “No hay mejor amigo, como el que da la vida por los demás” dice el señor y lo demostró.   El hizo de nuestras culpas su carga, y la carga de nuestros pecados fue su cruz.
Oh Señor, Salvador nuestro, concédenos la gracia de ser hostias inmoladas y crucificadas en vos, haced que lleguemos a ser vuestros apóstoles de los últimos tiempos para enardecer la cristiandad, encender los corazones de nuestros hermanos y hermanas, para que la humanidad disfrute de mejores días, para que todo el orbe viva para adorarte y bendecirte por todo lo que haz hecho por nosotros.   “No hay mejor amigo, como el que da la vida por los demás”, y tú Rey de la Gloria lo haz hecho; por eso tu Nombre está sobre todo nombre en la tierra y cielo. Como San Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”. 


Continúa

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